6 de agosto de 2008
Campanarios coreanos
Si alguna vez has asistido a la práctica vespertina en el Centro Zen de Providence, sabrás que al comienzo de los cantos tocamos la campana grande del templo, ubicada sobre una colina cerca del monasterio. La campana se encuentra en un pabellón, similar a los utilizados en Corea. Sin embargo, muchos de estos “campanarios” coreanos son más elaborados y contienen otros artículos además de la campana: un tambor grande, un pez tallado en madera y un gong en forma de nube. Todos son utilizados al inicio de los cantos matutinos y vespertinos, y sirven para llamar simbólicamente a practicar a todos los seres. Primero, se golpea el tambor en patrones cada vez más complejos. El tambor llama a todos los animales con piel sobre la tierra, es decir, los animales terrestres. Después, se golpea el pez de madera, llamando a todos los animales marinos. Luego, el gong de la nube metálica se golpea, llamando a todos los animales del aire (pájaros, etc.). Finalmente se golpea la campana -28 veces en la mañana y 33 veces en la tarde- para llamar a practicar a todos los humanos. Estos campanarios tienen generalmente dos pisos, con la campana en el primero y los demás artículos en el segundo piso.
La entrevista
Maestro Zen Wu Bong
La entrevista zen es una parte vital del entrenamiento en nuestra escuela. Mientras que la forma y el contenido de la misma dependen por completo del estudiante y del estilo particular del maestro, el propósito es ayudar al estudiante a experimentar sus propias fortalezas y limitaciones. No es muy útil, ni siquiera posible, juzgar la propia práctica, pero es posible experimentar la calidad de nuestra práctica a través de la entrevista zen.
Hay una manera “correcta” y una manera “incorrecta” de acercarse a la entrevista. Si estamos apegados a lo “correcto”, a contestar cualquier kong-an correctamente, a demostrar siempre cuán claros y fuertes somos, la entrevista se convierte en un verdadero calvario. Es este deseo de contestar correctamente, de no mostrar nuestras debilidades, nuestros rincones oscuros, que hace que aparezca el miedo. No es fácil ser capaz de cometer errores, ser estúpido, y de todos modos no examinar eso y seguir intentando. Algunos estudiantes zen tratan de evitar esta situación simplemente evitando la entrevista. Hay otro extremo, que tampoco es muy útil para nuestra práctica. Se manifiesta por medio de una fascinación malsana por los kong-ans y las entrevistas. Esto es especialmente malsano en el caso de los estudiantes cuya práctica entera gira en torno a tratar de responder kong-ans. Estos estudiantes olvidan que sin el fuego de “no sé”, sin un esfuerzo constante, dichas respuestas y entrevistas no pueden conectar con sus vidas y resultan bastante inútiles.
Por último, la entrevista zen es muy importante, pero sólo como parte de nuestra práctica. Si se utiliza correctamente, sin evasión ni fascinación, es una herramienta muy poderosa y ayuda tanto al estudiante como al maestro. Puede proporcionar un vínculo vital entre nuestra meditación y nuestra vida. Es como un laboratorio en el que podemos examinar de manera segura nuestra práctica bajo el fuego. Las situaciones kong-an que se presentan en la entrevista son, por lo general, extremadamente sencillas, e, incluso si cometemos un error, no ocurre ninguna consecuencia seria. Por lo general nuestras vidas no son tan indulgentes, y muchas de nuestras situaciones cotidianas son muy complejas y llenas de sutilezas. Pero el nudo gordiano que eso representa puede cortarse. Las entrevistas zen y los kong-ans nos enseñan cómo hacerlo.